“El modo en que nos presentamos al mundo, nuestra actitud y nuestra posición, marcan la diferencia” (María Teresa Mata)
Por Jaime Ancajima. 22 marzo, 2019.El 2011, gracias a una beca, realicé un curso de capacitación docente en la ciudad rural de La Alajuela, Costa Rica, alejado de todo, con calor, lluvias, mosquitos, pero rodeado de lindos paisajes y junto a profesores de quince países.
Mi maleta de viaje llegó recién después de una semana. Durante ese tiempo, todos mis amigos colaboraron con algunas cosas que necesitaba y me preguntaban por qué no me quejaba. Yo tampoco entendía cómo podía mantener la calma a pesar de la situación. Tiempo después, me di cuenta de que la actitud y visión positiva de esta mala experiencia y el interés y ayuda de mis nuevos amigos me permitieron sobrellevar la situación.
María Teresa Mata Massó, psicoterapeuta española, sostiene que diariamente nos comunicamos a través de cientos de mensajes y si hiciéramos una revisión de todos ellos veríamos como el tono, las palabras y la forma de los mismos, en ocasiones, podrían adoptar otro carácter más funcional y positivo pues ellos importan mucho en nuestro actuar.
María Mata agrega que la negatividad nace como fruto del malestar, algo inevitable y necesario en la vida pues sin él no elegiríamos aquello que sí nos hace sentir bien, aquello que necesitamos para preservarlo, aquello que nos hace felices, pero que, aun así, podemos buscar el modo de hacerlo productivo y positivo.
Asimismo, comenta que el malestar promueve relaciones personales, a partir de conversaciones que sumen y no resten, un tú a tú que invite al otro, mensajes positivos que ayuden a conectar con nuestra necesidad y la de los demás, etc. Así pues, quedan claras dos ideas: el malestar es un motor y el “envoltorio” sí importa. Las palabras pueden decir mucho y, utilizadas inteligentemente, pueden decir mucho más.
Todos tenemos la capacidad para perseguir nuestras metas y la decisión para saber actuar ante las dificultades que la vida nos presenta. El mundo se construye con palabras y actos, los dos deben ir cogidos de la mano. Busquemos las palabras que estén al nivel de nuestras expectativas, de este modo pisaremos más fuerte y facilitaremos que los demás unan sus pasos a los nuestros.